PÁGINA DEL GRUPO DE INVESTIGACIÓN: ESLAVÍSTICA, CAUCASOLOGÍA Y TIPOLOGÍA LINGÜÍSTICA. CÓDIGO: HUM: 827. UNIVERSIDAD DE GRANADA

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VENTANA A RUSIA

elrusoenespana 11 noviembre, 2023 Novedades Comentarios desactivados en VENTANA A RUSIA
VENTANA A RUSIA

Entrevista en la revista especializada “La Gaceta Literaria”, realizada por la escritora Arina Obuj
Este otoño, visitaron San Petersburgo rusistas de 63 países, invitados al XV Congreso de MAPRYAL (Asociación Internacional de Profesores de Lengua y Literatura Rusas). El programa del Congreso fue muy intenso, pero un día logramos conversar con dos invitados bien conocidos en el entorno literario: Julia Arslan, traductora turca, Jefa del Departamento de Lengua y Literatura Rusas en la Universidad Editep, y Rafael Guzmán Tirado, traductor español, catedrático del Departamento de Filología Griega y Filología Eslava de la Universidad de Granada, miembro del Comité Ejecutivo de MAPRYAL.
Durante el paseo conjunto previo Julia Arslan contempla al Pushkin, erigido gracias al escultor Anikushin en la Plaza de las Artes de San Petersburgo, y dice: “Janem”. Le pregunto: “¿qué significa Janem ? “Y ella traduce: “mi Alma”…
– Julia, ¿Son muchos los que en Turquía pueden, como usted, dirigirse a Pushkin con las palabras “mi alma”?
– Los clásicos rusos inspiraron a mi generación de escritores y traductores turcos. En la ceremonia de entrega del premio Nobel a Orhan Pamuk, por ejemplo, el galardonado afirmó que había leído tanto a Tolstoi como a Dostoievski. Se puede decir, de hecho, que el cuento breve turco surgió de los cuentos de Chekhov.
– En una palabra, “todos venimos del Capote de Gógol?
– Totalmente de acuerdo. Me gustaría que mis alumnos, futuros traductores, supieran que nuestras culturas tienen muchos rasgos en común. También es muy importante comprender la vida misma del escritor al que se traduce. A esto yo lo llamo “ventana”. Cada escritor abre una nueva ventana a la vida. Esto no tiene precio.
– Rafael, ¿Y cómo abrió usted su ventana a Rusia?
– Mis padres tenían muchas ganas de conocer la Unión Soviética, y les regalé ese viaje tan pronto como me fue posible, con mi primer sueldo. En abril de 1979, llegamos primero a Moscú y luego a Leningrado, donde nos alojamos en el hotel “Pribaltiyskaya”. Por cierto, los participantes del Congreso que se celebra en estos días aquí, nos alojamos en ese mismo hotel, así que este lugar tiene un significado especial para mí.
Sin embargo, mi amor por Rusia ya había surgido antes de ese viaje. Todo comenzó por mi interés por la lengua rusa. Mi primer trabajo, tras acabar la Universidad, fue de profesor de inglés y francés en la Mancha, en la tierra natal de Don Quijote, y ya al mismo tiempo había empezado a aprender ruso de forma autodidacta. Posteriormente recibí una beca para hacer el doctorado en la Universidad Estatal de Moscú. Por supuesto, en Moscú se sorprendieron al ver que había llegado un español, que apenas habla ruso, y que, además, quería escribir una tesis doctoral en ruso y sobre la lengua rusa. El primer año fue muy duro. Mi directora de tesis, una gran especialista, muy joven, se dio cuenta de que no iba a ser fácil para mí. Sin embargo, la jefa del Departamento de Lengua Rusa, en aquel entonces, la catedrática Claudia Vasilyevna Gorshkova, le dijo: “Haga de él un rusista”. Fue una historia muy bonita. Al terminar el doctorado, regresé a España, y en 1991, la Universidad de Granada decidió abrir el Departamento de Filología Eslava. Y me encomendó a mí esa tarea. Comenzó una nueva vida para mí.

– Julia, ¿en su “romance” con Rusia seguramente también hay muchos matices curiosos?
Sus raíces se remontan a 1987. Estudiaba filosofía en la Universidad, en el segundo curso del programa estaba el tema “Los escritores y sus héroes”. Mi compañero de clase escribió sobre Dostoievski y Raskolnikov. Entonces pensé: si leyera el trabajo en ruso, entendería más, y su trabajo sería aún más exitoso. Y me entraron tantas ganas de leer a Dostoievski en la lengua original, que volví a hacer el examen estatal y me cambié a la Facultad de Lengua Rusa.
Rafael ha contado que sus padres querían ir a la URSS, pero nosotros ni siquiera podíamos soñar con esto. Eran los tiempos en que estaba prohibido ir a la Unión Soviética. Aunque todos en la familia nos considerábamos “izquierdistas” y soñábamos con el socialismo, no sabíamos mucho sobre su país. Solo parecía que estaba muy lejos y que nunca podríamos visitarlo.
En el proceso de aprender ruso, mi maestra, una turca de Bulgaria, me torturó con la letra ж: bueno, no podía pronunciarla como ella me pedía. Imagínate que tienes una pajita en los labios – decía – y soplas. ¡Odiaba esa letra Ж!
Era muy difícil estudiar, porque la mayoría de los profesores no eran leales a la URSS, los catedráticos se educaron en Estados Unidos, pero de todos modos todos estábamos Unidos por la literatura rusa. Luego llegó la perestroika y la glasnost’. Nos enteramos de que ya en 1921 se había firmado el “tratado de Moscú” entre Turquía y la Unión Soviética sobre amistad y fraternidad. En 1988, fui uno de los primeros estudiantes enviados a pasar una estancia en Moscú, en el Instituto Pushkin de Lengua Rusa. Así comenzó mi camino a Rusia, que continúa hasta ahora.
– ¿Cómo les ha recibido la actual Palmira del Norte?
R. T.: En esta ocasión ha venido conmigo a San Petersburgo mi hermano. Hace unos días, cuando llegamos, la llegada del autobús se produjo con antelación al horario previsto, por lo naturalmente nadie nos esperaba aún en la estación de autobuses. Tomamos un taxi y … por el camino el conductor empezó a contarnos sobre Daguestán, ya que él era ciudadano de ese país! Incluso nos mostró en su móvil una película sobre su tierra natal, con sus montañas y sus cascadas. Al mismo tiempo, nos fue contando detalles de los lugares por los que pasábamos camino del hotel. Resultó ser una excursión tan inusual de San Petersburgo-Daguestán que me encantó. Bueno, al llegar al hotel, ya tuvimos la oportunidad de reunirnos con colegas de diferentes países. En general, este Congreso de rusistas es un regalo del destino, gracias a MAPRYAL y a la Fundación Russki Mir. Por cierto, en 2015 tuve el honor de organizar un Congreso similar en Granada: el XIII Congreso de MAPRYAL
– Julia, ¿es cierto que usted ha estado paseando por San Petersburgo con su libro, su traducción de Dostoievski?
– Sí. Estuve con el libro en la casa donde vivía la anciana de Crimen y castigo. Me senté en las escaleras … y rompí a llorar.
– ¿Algún otro escritor actual ruso le ha causado las mismas emociones?
– Me gusta cómo escribe Evgeni Vodolazkin. Un escritor maravilloso. Para mí es importante no solo la trama, sino las palabras, la entonación, el estilo. Por ejemplo, los estudiantes y yo tradujimos tu cuento, Arina, “Muebles e inmuebles”. Una historia corta, pero muy difícil de traducir, donde era importante entender y mantener el juego de palabras y significados.
–– La vida separa las Naciones, y los traductores las unen, gracias por eso. Rafael, Julia comenzó con Dostoievski, y ¿de qué libro proviene su historia literaria y de traducción?
– En la segunda mitad de los 1980 en la URSS comenzaron a publicar obras de escritores que habían estado prohibidos. A la residencia de la Universidad Estatal de Moscú solían venir personas con maletas repletos de libros inéditos que nos vendían, y un día me encontré con un libro de cuentos de A. Avérchenko. Me encantó. A partir de ese momento, pensé que algún día traduciría a este escritor. Durante quince años, ese libro me miraba desde el estante de mi biblioteca, hasta que un día llegó el momento de A. Avérchenko. Luego vino el período de M. Zoshchenko. También adoraba a ILF y Petrov, pero, desafortunadamente, ya han sido traducidos. Me imagino lo difícil que fue para el traductor: Cuántos subtextos, matices…
Hace ocho años conocí al ya mencionado Evgeny Vorolazkin. Su “Lavr” me conquistó. Probablemente siempre he querido ser escritor, pero no he tenido la capacidad para hacerlo. Sin embargo, cuando traduzco literatura, me siento parte de ella, siento que también estoy creando algo. Entrar en la literatura es una eternidad.
Soy una persona feliz. He logrado vivir dos vidas que se complementan entre sí. Me encanta mi cultura, mi lengua y me complace ver los motivos españoles en la literatura rusa, pero también me apasionan la lengua y cultura rusas. ¡Qué más se puede desear!

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